Hágase según arte
Reflexiones Seguifarma (por Benny Fernández)
Una periodista y un farmacéutico conversando sobre Farmacia y mucho más
Quienes ‘peinan’ años de experiencia en el mundillo farmacéutico sienten cierta “añoranza” de aquellas recetas manuscritas requeridas para la formulación magistral. Toda receta detallaba la prescriptiva indicación terapéutica empezando con un “hágase según arte“.
Hágase según arte es (o más bien era) el “santo y seña” del formulador magistral. Es la frase que otorga al farmacéutico (o al aprendiz bajo su supervisión) el poder de crear la ‘pócima’ curativa. Si lo piensas, es un gran ‘poder’ que requiere un conocimiento profundo y una práctica concienzuda.
Definiendo el concepto y datando el “arte”
¿Qué es formular magistralmente?. La fórmula magistral es sencillamente el medicamento individualizado para un paciente preparado por un farmacéutico siguiendo la “prescripción facultativa detallada de los principios activos” (Consulta la Ley de Garantías y Uso racional de los Medicamentos para definición completa).
Una vez definido el concepto hay que averiguar de dónde viene. Mucho hay que echar la vista atrás para hallar el origen del arte farmacéutico. Podríamos retrotraernos por ejemplo hasta el siglo IX en la etapa árabe. Concretamente detenernos en la figura de Al-Razi, médico persa (860- 940) que compiló textos en los que se presenta el uso de los llamados “ungüentos mercuriales” y el desarrollo de morteros, frascos, espátulas y ampollas usados en farmacia.
Avanzando un poco más en el tiempo podríamos recordar la obligatoriedad de separar la labor de pronóstico y diagnóstico (del médico); y la labor de los especialistas en preparar los fármacos para el tratamiento (del farmacéutico). Esta separación se produjo hacia el siglo XIII. En el año 1240 concretamente en el Reino de las Dos Sicilias.
¿Y qué pasa hoy con el “hágase según arte”?
En la actualidad no suele emplearse esta expresión. Las recetas de fórmulas magistrales se ciñen a la letra legal y solo detallan los principios activos. ¡Una pena!. Se ha perdido un encabezado de belleza literaria. Además, al no usarla, se priva al farmacéutico de su “santo y seña“. Esto en ocasiones -muy contadas eso sí- hace que algún médico quiera asumir el arte.
A veces se olvida que es el farmacéutico el experto no solo de la “guarda y custodia” del medicamento sino del preparado en sí (magistral y oficinal). La pócima sigue siendo labor farmacéutica que para eso atesoran en la trastienda morteros, pipetas, vasos de precipitados, probetas, agitadores magnéticos y hacen uso del tan conocido baño María.
Si bien no son frecuentes, al suprimir el “hágase según arte” hay quien en su detalle de la receta insiste en usar un excipiente concreto inadecuado para la elaboración de la fórmula magistral. ¡Da igual que no se disuelva!. También ocurre que se marcan fechas de duración del tratamiento superiores a la fecha de caducidad recomendada para esa fórmula. ¡Da igual que no haya estudios que lo avalen!.
Pese a todo, lo importante es siempre dar al paciente el preparado prescrito para tratar y curar su patología. Es una de las funciones del farmacéutico. Eso hacen por vocación y ejercicio profesional.
Nostalgias y añoranzas a parte, aunque la receta ya no lo pone, el profesional de la oficina de farmacia al formular lo sigue haciendo “según arte”.
😉¡Gracias por compartir esta reflexión!😉
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